ROSEANNA





ROSEANNA
MAJ SJÖWALL Y PER WAHLÖÖ
(Trad. Cristina Cerezo y Martin Lexell)
Ed. RBA, Madrid, 2010


- Era joven y sin duda había sido guapa. Alguien tenía que haberla querido. Alguien cercano que ahora se preguntaba qué le había ocurrido. Debió de tener amigos, compañeros de trabajo, padres, tal vez hermanos. Nadie, y especialmente una mujer joven y bella, puede estar tan solo que no haya quien le eche de menos si desaparece. Pág. 31

- La mayoría de los delitos parecen misteriosos al principio. Pág. 44

- “Recuerda que posees tres de las principales virtudes de un policía –pensó para sí mismo-. Eres tozudo y lógico. Y muy sereno. No pierdes los estribos, tu compromiso en una investigación, sea del tipo que sea, debe ser única y exclusivamente profesional. Palabras como detestable, horror y crueldad pertenecen a los periódicos, no al mundo de tus pensamientos. Los asesinos son gente completamente normal, sólo que más infelices e inadaptados” pág. 55

- Una gruesa capa de nieve sucia y acuosa cubre las calles y los tejados de las casas, caen gotas de las estrellas de Navidad grandes y amarillas suspendidas entre las fachadas de los edificios de Regeringsgatan. Llevan colgadas un par de semanas, a pesar de que falta casi un mes para la Navidad. Pág. 184

- Eligió el momento con mucho cuidado. A la una y cuarto los funcionarios suecos están en la oficina y los niños pequeños duermen la siesta. Las amas de casa tienen la radio puesta y escuchan música mientras toman café con sacarina. Pág. 209

- El día siete de enero tenía el aspecto de todos los sietes de enero. Las calles llenas de gente corriente, congelada y sin un duro en el bolsillo. Pág. 224

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