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Mostrando entradas de 2016

LA LEYENDA DE SANTA LUCÍA

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Hace cientos de años vivía al sur de Värmland una vieja dama rica y avara, llamada Rangela. Poseía un castillo –o mejor dicho, una granja fortificada-, situada sobre un promontorio, en la orilla de un golfo largo y estrecho por el que el Vänern penetraba profundamente en las tierras. Se llegaba allí por un puente levadizo. Doña Rangela sostenía en él guardianes que bajaban el puente cuando los viajeros accedían a pagar los derechos de peaje que ella exigía. Los que, a causa de su pobreza, o por cualquier otra razón, se negaban a pagar, se veían obligados –pues no existía vado alguno- a dar un rodeo de varías leguas para doblar el golfo. Aquel paraje arbitrario excitaba la cólera y la ira contra doña Rangela, es probable que los ásperos campesinos, sus vecinos, la hubieran obligado a conceder el libre paso, si ella no hubiera tenido un poderoso amigo y protector en la persona de sir Eskil de Boertsholm, cuyo señorío lindaba con el de doña Rangela. Este sir Eskil habit

EL AVENTURERO

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EL AVENTURERO MIKA WALTARI (Trad. Pablo M. de Salinas) Ed. Plaza & Janés, Barcelona, 1976 Nací y me crié en una lejana región a la que los geógrafos llaman Finlandia; hermosos y apartado país desconocido para la mayoría de quienes se consideran cultos. Los pobladores del Sur se imaginan que esta tierra nórdica es desierta e inhóspita, que quienes en ella habitan son salvajes que se visten con pieles de animales selváticos y que, más que hombres libres, son esclavos del paganismo y la superstición. Semejante idea no puede ser más absurda. Finlandia alardea de poseer dos grandes ciudades: la fortificada Viborg, en el Este, y Aboa o Abo, donde nací, en el Sur. Por cuento hace al paganismo y a la superstición, debe saberse que Finlandia, durante muchas centurias, perteneció a la única y verdadera Iglesia, por más que en los tiempos que corren sus habitantes son juzgados como apóstatas, ya que bajo la férula del inhumano y rapaz rey Gustavo, esta tierra adoptó l

EL ETRUSCO

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EL ETRUSCO MIKA WALTARI (Trad. Antonio Ribera Jorda) Ed. Plaza & Janés, Barcelona, 1975 - ¿Por qué escribo, pues? Escribo para conquistar el tiempo y para conocerme a mí mismo. Pero, ¿podré conquistar el tiempo? Esto jamás lo sabré porque ni siquiera sé si podrá sobrevivir aquello que estaba borrado y que he escrito de nuevo. Así, me contentaré con escribir para conocerme a mí mismo. Pero ante todo tomaré en mi diestra una piedra negra, suave al tacto, y escribiré cómo tuve el primer presentimiento de quién era yo en realidad, en lugar del que creía ser. Pág. 14 - El hombre que viajaba de Himera a Erix era un ser distinto al que había danzado bajo la tempestad en el camino de Delfos. Solemos cambiar lentamente durante las diversas fases de nuestra vida, hasta que, sorprendidos, nos damos cuenta de que nos resulta difícil reconocer a nuestro antiguo yo. De este modo la vida constituye una serie de nuevos nacimientos, y el comienzo de cada una de estas nuevas fases

El canto de Lilith KARIN BOYE

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EL CANTO DE LILITH Las nubes cuelgan, pesadas, maduran en la tibia oscuridad, donde se esconden racimos de uvas de nocturno añil repletas de vino, que silenciosamente se vacían sobre la tierra, repletas del vino de la Profundidad, repletas del poder secreto succionando del mar y del cielo y amargo rocío en la región de la última tiniebla. El vapor caliente de la vida se condensa en gotas, cae en la noche mortalmente silenciosa. ¡Alza la copa! Vas a aprisionar la llave que conduce a donde nadie ha puesto su pisada, la tierra donde el espíritu, libremente, más allá de los límites del tiempo, disfruta durante eternidades cosas que nunca se imaginan, ni se ven, ni se sienten. Detrás de mundos en vigilia hierven extraños mares de deseo y de maldición, hornos de fundición de las profundidades, de los que saltó, como una salpicadura, cuanto podemos ver. ¿Te atreves a recorrer ese camino trazado en el ebrio arrebato del

MI LUCHA 2: UN HOMBRE ENAMORADO

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MI LUCHA 2: UN HOMBRE ENAMORADO KARL OVE KNAUSG ÅRD (Traducción Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo) Editorial Anagrama Compactos, Barcelona, 2016 ¿Cuál era el problema? ¿Era ese tono chirriante y enfermizo que sonaba por todas partes en la sociedad lo que no soportaba, ese tono que se elevaba de todas esas pseudopersonas y pseudolugares, pseudosucesos y pseudoconflictos a través de los que vivíamos nuestras vidas, todo aquello que veíamos sin participar en ello, y esa distancia que la vida moderna había abierto a la nuestra propia, en realidad tan indispensable, aquí y ahora? En ese caso, si lo que yo añoraba era más realidad, más cercanía, ¿no debería ser aquello que me rodeaba lo que perseguía? Y no al contrario, ¿desear alejarme de ello? ¿O acaso era ese rasgo de prefabricado de ese mundo a lo que reaccionaba, esa vía férrea tan rutinaria que seguíamos, que hacía todo tan previsible que nos veíamos obligados a invertir en diversiones para poder sentir u

MI LUCHA 1: LA MUERTE DEL PADRE

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MI LUCHA 1: LA MUERTE DEL PADRE KARL OVE KNAUSG ÅRD (Traducción Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo) Editorial Anagrama Compactos, Barcelona, 2016 Cuando la visión de conjunto del mundo se amplía, no sólo disminuye el dolor que causa, sino también el sentido. Entender el mundo equivale a colocarse a cierta distancia de él. Lo que es demasiado pequeño para verlo a simple vista, como las moléculas, lo ampliamos; lo que es demasiado grande, como el sistema de las nubes, los deltas de los ríos, las constelaciones, lo reducimos. Cuando lo tenemos al alcance de nuestros sentidos, lo fijamos. A lo fijado lo llamamos conocimiento. Durante toda nuestra infancia y juventud nos esforzamos por establecer la distancia correcta de cosas y fenómenos. Leemos, aprendemos, experimentamos, corregimos. Y un día llegamos a un mundo en el que se han fijado todas las distancias necesarias, y establecido todos los sistemas. Es entonces cuando el tiempo empieza a correr más deprisa.

Poesía noruega II

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EN VOZ BAJA Palabras solamente pequeñas palabras pequeñas y en voz baja casi sin aliento para nosotros. Como pajitas rotas palabras sin luz y casi sin forma, palabras como en árboles, pequeñas medias-palabras como en el sueño para nosotros. Entre todo lo grande pequeñas, pequeñas palabras que esconden en el dorso de una mano y junto a tu lóbulo pequeñas palabras completamente sin luz como animales y hierba. ROLF JACOBSEN El silencio de después (1965)

Poesía noruega I

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Le construyes una casa a tu alma. Y te paseas orgulloso a la luz de las estrellas con tu casa a la espalda como un caracol. Si adviertes el peligro, te metes en la casa y te sientes a salvo detrás del duro caparazón. Y cuando ya no existas, quedará la casa y testimoniará de la belleza de tu alma. Y dentro susurrará el mar de tu soledad. OLAF H. HAUGE

PETTER NORD

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PETTER NORD SELMA LAGERLÖF Revista literaria Novelas y Cuentos, Madrid, 1961 Detrás del pueblo, las laderas de la montaña se levantan cortadas a pico, pero después de trepar por escarpaduras y senderos resbaladizos, se llega a una vasta meseta ondulada. Una foresta de árboles de ramas puntiagudas, cubre toda la extensión, una foresta que muere al apuntar la primavera y que reverdece al sobrevenir el otoño, una foresta agonizante que se reanima débilmente cuando los otros árboles se desprenden del ropaje verdoso de la vida, una foresta que crece no se sabe cómo, verde bajo la escarcha y negra bajo el rocío. Es una foresta plantada de pinos jóvenes que han tenido que arraigar en los hoyos y las grietas del granito. Sus raíces se han hundido tenazmente, como cuñas, en los menores intersticios. Los jóvenes árboles han crecido, finos y rectos como mástiles; pero como al cabo de los años las raíces han encontrado la dura resistencia de la piedra, la foresta se ha con

GENEROSIDAD DE CORAZÓN

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GENEROSIDAD DE CORAZÓN SELMA LAGERLÖF Revista literaria Novelas y Cuentos, Madrid, 1961 -           Cuando estaba en lo más hondo de mi pena –siguió diciendo- pedí a la señora permiso, un sábado por la tarde, para ir a mi casa a pasar el domingo. Y al subir aquella tarde por la cuesta del Pantano Alto, iba bien convencida de que no había de volver a Narlunda. Pero encontré a mis padres tan contentos con saberme en tan buena colocación en una casa tan considerada, que no me atreví a decirles que no podía continuar en ella. Además, en cuanto me encontré de nuevo en el bosque, desaparecieron por completo toda mi angustia, todas mis penas. Parecíame que todo aquello no había sido más que una pesadilla. Y por último, el pequeño me entristecía. Mi madre le había acaparado. Ya no era mío. Evidentemente, ello debía de ser así, pero me costaba mucho trabajo acostumbrarme. -           Tal vez hasta nos echaste de menos –observó Gudmund. -           ¡Oh, no! El lunes po