PURGA





PURGA
SOFI OKSANEN
(Trad. Tuula Marjatta Ahola y Tomás González Ahola)
Ed. Salamandra, Barcelona, 2011


- La joven abrió la boca varias veces antes de pronunciar unas frases inconexas acerca de Tallin y un coche. Al igual que antes, las palabras se agolpaban, se juntaban en sitios equivocados y se enlazaban antes de tiempo, lo que empezó a producir un raro cosquilleo en los oídos de la anciana. No era por lo que decía ni por su acento ruso, sino por otra cosa; en el estonio de aquella chica había algo extraño. Aunque su joven y sucio cuerpo pertenecía al presente, sus frases eran torpes y procedían de un mundo de cartas quebradizas y mohosos álbumes vaciados de fotografías. Pág. 21



- Emasüda “Corazón de madre”. Zara memorizó la palabra y cuando su madre no estaba en casa aprovechó para pronunciarla delante de su abuela. Ésta la miró a los ojos y Zara sintió su mirada atravesándola, en la boca, en la garganta, y notó que la garganta se le cerraba, que la mirada de su abuela se deslizaba hacia abajo, hacia el corazón, que empezaba a encogérsele. Luego percibió que seguía desde el corazón al estómago, que se le retorció, y a continuación hacia sus piernas, que le empezaron a temblar, y de éstas a las plantas de los pies, que le hormiguearon. Entonces notó una oleada de calor, y su abuela le sonrió. De esa sonrisa nació su primer juego compartido, que había brotado palabra por palabra y empezado a florecer de manera brumosa y amarillenta, como florecen las lenguas muertas, a chasquear con dulzura, como la aguja del gramófono, y a sonar como las voces bajo el agua. Entre silencios y susurros crearon un idioma propio. Era su secreto, su juego compartido. Pág. 57



- Por algún motivo, aquella mañana era especialmente clara y las flores de lila especialmente embriagadoras. Aliide se sentía mayor y, mientras se pellizcaba las mejillas delante del espejo, había tenido la certeza de que ese verano a ella también le ocurriría algo maravilloso, de lo contrario no habría encontrado una flor de lila de cinco pétalos. Un hallazgo como ése tenía que ser un presagio, sobre todo después de haberse comido la flor del modo correcto. Pág. 120



- Aquel mismo verano, los chicos del vecino practicaban un juego llamado “Vamos a Finlandia”, habían construido una balsa y cruzado la acequia con ella, aunque después habían vuelto, porque no sabían qué hacer en Finlandia. Pág. 239



- La cosa es más o menos así: para nosotros, la lotería es como el futuro. La esperanza y el futuro. Todos los hombres son iguales en la lotería. Todos son iguales y eso es algo finlandés y maravilloso. ¡Es la muestra más representativa de la democracia finlandesa! Pág. 264

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