NADIE LO HA VISTO







NADIE LO HA VISTO
MARI JUNGSTEDT
(Trad. Gemma Pecharromán Miguel)
Embolsillo, Madrid, 2010

* Olle había sido un amigo, uno de la vieja pandilla. Al principio, cuando él hizo algunos intentos torpes para invitarla a salir, no le interesó lo más mínimo. Sin embargo, empezaron a verse y cuando quiso darse cuenta había pasado un año. Fue agradable y relajante estar juntos. Los dos solos. Se había cansado de jugar al amor. De esperar a que sonara el teléfono, o de llamar ella misma con el corazón desbocado. Encuentros en restaurantes acogedores, irse a la cama, el tema de la entrepierna. ¿Qué le habrá parecido? ¿Le gustaré? ¿Le parecerán mis tetas demasiado pequeñas? Luego, la continuación con ratos cortos de felicidad, exigencias, decepciones y al final indiferencia, antes de que todo se fuera más o menos al garete. Con Olle se divertía. Y se sentía segura. Con el tiempo llegó a enamorarse de él. Enamorarse de verdad. Y habían sido muy felices. Durante muchos años. Últimamente sus sentimientos se habían enfriado. No tenía ganas de hacer el amor con él. Lo consideraba más como un amigo. Johan le había hecho sentir otra cosa. Pág. 113

* Knutas conducía rápido en dirección a Sudret. Karin Jacobsson y Martin Kihlgård iban en los asientos traseros. Habían tomado la carretera 142 que discurría justo por el centro de la isla. Pasaron  Träkumla, Vall y hejde. Cruzaron luego e páramo de Loísta, donde los caballos autóctonos de Gotland, gotlandsruss, viven casi salvajes. Karin, que había trabajado como guía turística en su juventud, le habló a Kihlgård de los caballos de Gotland, o carneros del bosque como también se los conoce.
-          ¿Has visto el cartel donde pone Russpark? Si continúas unos kilómetros más, llegas a la zona de Loísta, donde están los caballos. Están ahí en manada todo el año, haga el tiempo que haga. Hay cincuenta yeguas y un semental. El semental se queda de uno a tres años, en función de cuántas yeguas haya conseguido cubrir. Suelen nacer unos treinta potrillos al año.
-          ¿Qué comen?- preguntó Kihlgård, al tiempo que su mirada se concentraba en la esquina de una bolsa con cochecitos de gominola, que luchaba por abrir; al fin claudicó y abrió la esquina con los dientes.
-          Les echan heno durante el invierno, el resto del año comen hierba y lo que el bosque les ofrece. Sólo los encierran un par de veces al año, una para cuidarles los cascos, y la otra, en julio, con ocasión del concurso de premios de los caballos.
-          ¿Y qué sentido tiene mantener a estos caballos, si están ahí fuera todo el año?
-          Es para proteger la raza. El caballo de Gotland es la única raza de pony autóctono que se conserva en Suecia. Tienen sus orígenes en la Edad de Piedra. A principios del siglo XX estuvieron en peligro de extinción. Entonces empezaron a cuidarlos, y ahora la yeguada ha aumentado. Ahora hay alrededor de dos mil ejemplares en Gotland, y unos cinco mil en el resto de Suecia. Son unos caballos de monta muy populares. Como sólo tienen unos 125 centímetros de alzada, son perfectos para los niños. También por su temperamento. Son caballos obedientes, dispuestos a trabajar y resistentes. Además, son buenos para el trote. Mi hermano tiene caballos aquí. Yo suelo acompañarlos el día de los premios. Nos reunimos por la mañana temprano, y unas treinta personas ayudamos a llevar los caballos juntos. Es una experiencia maravillosa –concluyó Karin con una expresión gozosa en los ojos. Pág. 165-166.


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