NUNCA LA JODAS
NUNCA LA JODAS
JENS LAPIDUS
(Trad. María Sierra y
Martin Simonson)
Ed. Punto de Lectura,
Madrid, 2011
Para algunos, Estocolmo era una ciudad agradable, acogedora,
genuina. Pintoresca, con personas educadas y amables, calles limpias e
interesantes zonas de compras. Para los polis era una ciudad llena de alcohol,
vómito y pis. Para muchos se trataba de instalaciones públicas igualitarias,
interesantes proyectos culturales, cafés de moda y hermosas fachadas. Para
otros, nada más que fachadas. Tras ellas: cervecerías cutres, cuchitriles,
burdeles. Mujeres maltratadas cuyos círculos de amistades hacían caso omiso de
sus caras con moratones, heroinómanos que robaban en el supermercado Konsum
local para comprar un subidón de media hora, macarras de extrarradio que
arrasaban libremente: pateaban a pensionistas de camino al banco para pagar el
alquiler. Estocolmo: la meca de los ladrones, los camellos, las bandas. El
punto de encuentro de los puteros. El mercado de los hipócritas. El modelo
sueco había dado sus últimos alientos roncos en algún momento de los ochenta, y
a ningún capullo le importó. El único lugar en el que se encontraban ambos
mundos parecía ser las tiendas del Systembolaget. Una de las partes quería un
envase bag-in-box de algo más de
calidad para algún invitado a cenar; la otra buscaba una botella pequeña de
alcohol de graduación alta para la fiesta de borrachera de esa noche. Pero
pronto habría también dos empresas diferentes: una en la que sólo los
ciudadanos educados serían bienvenidos y una para los demás. Dos tercios de la
sociedad en las colas del consumo de alcohol. Págs. 99-101.