"LA VIEJA QUE SIEMPRE IBA A CONTRACORRIENTE" Cuentos de Finlandia





Había una vez una vieja que hacía todas las cosas al revés de como le decía su esposo. Se acercaba la Navidad y al viejo le gustaba disfrutar de la buena comida y la mucha bebida. ¿Pero cómo pedir a su esposa que se lo preparara? Pues finalmente, encontró una manera. Se acercó a la vieja y le dijo:
-         Ya llega la Navidad. Pero como no corren buenos tiempos, este año no prepares ningún pastel.
La vieja le dijo:
-         ¿Cómo que no? ¡Por supuesto que haré pasteles! - contestó la vieja.
-         No hagas tampoco ningún asado - dijo el viejo.
-         ¡Faltaría más! ¡Asaré! - contestó la vieja.
-         No hace falta que compres café ni azúcar.
-         ¿Cómo que no? ¡Compraré!
-         Y por supuesto, no se te ocurra invitar a nadie.
-         De eso nada, ¡invitaré a toda el mundo!
Así fue como la vieja, inconscientemente, organizó una espléndida Navidad a su esposo.

En otra ocasión, en verano, el viejo y la vieja fueron juntos al campo. Una vez allí, se dieron cuenta que había que cruzar un río. Sin embargo, aunque no encontraron por ningún sitio un puente, sí descubrieron un viejo tronco de árbol. El viejo caminó con mucho cuidado a lo largo del árbol pasando de forma segura al otro lado del río. Una vez allí, comenzó a indicarle a su esposa que todavía esperaba en la otra orilla:
-         Ven muy despacito y bajo ningún concepto saltes.
Entonces la vieja cabezota contestó:
-         ¡Por supuesto que saltaré!

Y cuando estaba en medio del árbol, la vieja empezó a dar saltos. La madera del tronco no resistió los saltos de la vieja y se rompió. Fue así como la vieja cayó al caudal del río y desapareció. Su esposo se mostraba muy preocupado. Empezó entonces a correr por la orilla, yendo río arriba. Él quería salvar a su viejita.
Había unos segadores que vieron correr al viejo y entonces le preguntaron:
-         ¿Adónde vas con esas prisas, viejo?
-         Estoy buscando a mi esposa. El árbol cedió cuando ella estaba cruzando por encima del río y ella se cayó al agua.
-         Pero ¿por qué la buscas así? Tú vas a contracorriente. Si ella cayó al agua, ella irá corriente abajo.
-         Efectivamente, si mi esposa fuera una vieja normal, yo también supondría eso. Pero a ella le encanta hacer todo al revés, así que estoy seguro que ella ahora va nadando a contracorriente como los salmones. 

TRADUCCIÓN DE MAR G. HORTELANO - TOMÁS F. KURONEN


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