SJÓN




EL ZORRO ÁRTICO
SJÓN
(Traducción Enrique Bernárdez)
Nórdica Libros, Madrid, 2008


El subtítulo de esta novela es “Leyenda popular”. Y en ella encontramos muchos elementos característicos de este género islandés, que acompaña inseparablemente al de los “cuentos”. Las leyendas suelen explicar el origen de algo o alguien, aunque muchas veces resultan difíciles de distinguir de los cuentos propiamente dichos, pues se limitan a contar historias, si bien siempre se les quiere dar una cierta apariencia de historia real.

Un personaje típico de las leyendas y los cuentos islandeses es el cura rural, que suele poseer enorme fuerza física y ser un destacado maestro en los debates teológicos. Otro personaje de gran importancia en el folklore islandés es el zorro, el único depredador de la isla y el único mamífero que habitaba esas tierras antes de la colonización nórdica de finales del siglo IX. Típica es también la mezcla de lo maravilloso y lo realista, que no se queda en los temas y los personajes sino que alcanza a la lengua: palabras cultas conviven con otras más coloquiales, expresiones de sencillez conversacional. No hay muchas diferencias, en las creencias populares islandesas, entre la naturaleza y el hombre, y los seres míticos (como los elfos que viven en el interior de las rocas) tienen trato nada infrecuente con los humanos.

De todo esto, y de otras cosas menos populares, está lleno el libro de Sjón. Los nombres lo ponen de manifiesto muy claramente, aunque al lector hispanohablante le esté vedado aproximarse a ello. Lo cual justifica la siguiente nota.

Entre los numerosos animales fantásticos, híbridos imposibles, del folklore islandés, está el SKUGGABALDUR: hijo de gato y zorra que causa grandes daños al ganado. Su nombre combina BALDUR, el dios pagano de la luz, y SKUGGA, “sombras”. El cura de esta historia se llama BALDUR, como no pocos islandeses, y su padre SKUGGI, de ahí el nombre oficial BALDUR SKUGGASON (no hay apellidos en Islandia); pero no es infrecuente unir los nombres de padre e hijo en una expresión como: SKUGGA-BALDUR, “Baldur el de Skuggi”, pero también “Baldur el de las sombras”, o incluso “Luz de las sombras”. También la muchacha tiene un nombre significativo: HAFDÍS era una divinidad del mar, LAUFEY otra divinidad pagana, referida esta vez a las plantas… y FRIDRIK B. FRIDJÓNSSON es herborista. Su nombre parece un juego con el nombre real de Sjón; el escritor oculto (aunque muy poco) por ese seudónimo, que significa “visión”, se llama en realidad SIGURJÓN B. SIGURDSSON.

También los sitios significan; baste mencionar que la granja, BREKKA, está en la ladera del monte, y “brekka” es precisamente “ladera”. El lugar se llama DALUR, “valle”, y la casa parroquial es “el fondo (botn) del valle”: DALBOTN. Teniendo en cuenta estas breves observaciones, el lector podrá llegar un poco más al fondo en la lectura de este libro.

©ENRIQUE BERNÁRDEZ
Enero de 2008


Los zorros pardos se asemejan a las piedras de una manera tan asombrosa que se diría obra de brujería. Cuando están sobre una roca en invierno es imposible distinguirlos de la piedra; más todavía que los zorros blancos, que siempre arrojan alguna sombra o destacan sobre la nieve por su amarillenta palidez.
Un zorro pardo yace sobre su piedra como si estuviera tallado en ella, se deja barrer por el viento y la tempestad. El trasero hacia el viento, se enrosca apretado y entierra el hocico bajo la cola; entrecierra los párpados, y las pupilas se adivinan apenas. Sin embargo, no pierde de vista al hombre, que no ha movido un músculo desde que se puso al acecho bajo la nevisca, en el borde de las laderas más altas de Ásheimar… desde hace dieciocho horas. El viento helado ha gemido sobre él y la nieve ha caído copiosa, y ahora parece un simple montón de turba cubierto de nieve.
Pero el animal no puede permitirse olvidar por un instante que es un cazador. Pág. 11








NAVEGANTES DEL TIEMPO
SJÓN
(Traducción Enrique Bernárdez)
Nórdica Libros, Madrid, 2014


Creemos que la raza nórdica, que a lo largo de incontables generaciones ha venido practicando la pesca en el litoral y como consecuencia de ello ha adoptado el pescado como su alimento principal, ha de agradecer a esta elección de sustento, más que a ningún otro factor, su crecimiento y prosperidad, y el que la raza nórdica haya llegado a ser, por estas circunstancias, superior, en laboriosidad y obra, a otras que no han gozado de acceso directo a las riquezas del mar. Pág. 14

Existe la creencia generalizada de que los navegantes tienen una novia en cada puerto, pero es una exageración. No tenemos una novia en cada puerto, desde luego que no, sólo alguna en algún que otro puerto, a veces en tres o cuatro. Como es fácil de comprender, esto no resulta agradable en exceso, y aunque siempre existe la voluntad de conseguirlo, depende de los países y las costumbres indígenas el que las mujeres estén más dispuestas a aceptar el roce amoroso con forasteros. Aunque sea casi norma general que los marinos bajan a tierra en busca de mujeres, ese plan puede resultar fallido en muchos puertos; y nada peor que cuando un miembro de la tripulación se ve obligado a zarpar sin haber gozado de un rato de felicidad en brazos de alguna beldad servicial. En tal caso es fácil que tal circunstancia acarree disgustos entre los afortunados que gozaron de tal ocasión y los que no lograron nada. Pág. 37

El canto hablaba del estúpido héroe Sigurð, hijo de Högni, que abandonó a su esposa, la hechicera Guðrún, hija de Gjúki. Lo hizo cuando empezó a albergar deseos de tomar una nueva mujer, la princesa Brynhild, hija de Grím, y le dijo a Guðrún que lo hacía en beneficio de los hijos de ambos, Gjúki y Högni. Sigurð había acordado con el rey Grím, padre Brynhild, que Guðrún sería autorizada a marchar al destierro con una generosa cantidad de riquezas, y que los hijos permanecerían con su padre y Brynhild ocuparía con ellos el lugar de su madre. En verdad, era la preocupación por sus hijos lo que guiaba sus acciones, y no el suave regazo de la princesa ni tampoco sus rosadas carnes virginales. Pero los pactos fueron un gran engaño hacia Guðrún, quien había renunciado a todo lo que es más caro a un ser humano –su padre, su tierra patria y su joven hermano- para poder seguir a Sígurð adonde fuera que les condujeran las diosas del destino. Pág. 51

Sería cosa ociosa por archiconocida dedicarse a describir en detalle los impresionantes avances de los nórdicos en todos los terrenos. La gente comenta con admiración el vigor inmenso, el aguante y la fortaleza que caracterizan a estos habitantes de islas y costas, relativamente escasos en número. Existe enorme abundancia de historias de hazañas heroicas, desde los tiempos más antiguos hasta nuestros días. Se cuentan por miles. Nos limitaremos a citar a Claudio, quien dice: “Estaban orgullosos de su estatura y despreciaban a los romanos por ser tan bajos”. Pág. 77









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