ROSA CANDIDA
ROSA CANDIDA
AUÐUR
AVA ÓLAFSDÓTTIR
(Traducción Enrique
Bernárdez)
Santillana Ediciones,
Madrid, 2013
Cuando por fin despierto del
todo, he perdido tres días con sus noches. Ya que estoy vivo, este lugar ofrece
inagotables posibilidades. Como despierto de mi sueño cubierto de sudor, la
enfermera de turno esta última mañana en el hospital quiere que me duche antes
de salir con el alta. La sigo a la ducha, dando pasitos cortos porque los
puntos me tiran. Ésta también tiene ojos castaños. Yo habría preferido estar
solo, pero ella permanece a mi lado vigilándome, por si me desmayo, imagino, no
se puede negar que las mujeres que me atienden son de lo más solícitas. Me
quito el camisón de hospital y lo dejo sobre la silla delante del espejo del
baño. Cuando salgo de la ducha, la enfermera ya ha secado el vaho del espejo.
Contemplo mi cuerpo mortal mientras ella cambia el apósito que llevo en la
parte derecha del vientre. Unos pelos negros sobresalen de la piel. En este
momento, recién salido de la ducha con la enfermera a mano izquierda, siento
que no soy sino este nuevo cuerpo con cicatriz. Sensaciones, recuerdos y sueños
no son ya lo que hacen que yo sea yo, sino que soy sobre todo un cuerpo de
varón hecho de carne y hueso. Tras la experiencia de la muerte y la resurrección
y el trato con tres enfermeras de ojos castaños en tres días, me dan el alta y
una cajita con cuatro pastillas de analgésicos color rosa para que me la lleve.
Pág. 39
Reflexiono por un momento si
puede haber algún riesgo en aceptar la oferta, si ésta podría afectar incluso a
mis planes de futuro. Los que penetran en la vida de alguien por un breve
tiempo pueden resultar más profundamente alterados que quienes pasan juntos
años enteros, tengo la experiencia de que las casualidades pueden ser traicioneras
y decisivas. Pág. 113
Las películas de por la noche me
son una gran ayuda, aunque no tengan subtítulos y estén en las más diversas
lenguas. De vez en cuando intento hablar con mi vecino del número siete sobre
cosas simples en el dialecto local. Me pongo el diccionario encima de las
rodillas, lo que hace las conversaciones muy lentas, aunque no imposibles.
-
Aquí tengo prácticamente de todo excepto violencia
–dice mi vecino. Es evidente que cada velada de cine sirve a mi anfitrión para
refrescar su conocimiento de antiguas obras maestras-. En realidad sólo veo
películas que sean mayores que la vida –me dice, pasándome una funda que hay
sobre la mesa-. En ésta hay muchísima inteligencia y otro tanto de añoranza –me
coge la película y la deja en la estantería. Luego va a por la botella y corre
las cortinas-. Es curiosa esa exigencia de que el arte tenga que mostrar la
realidad –dice al lado de la ventana-. A mí me parece que ya tenemos suficiente
vida cotidiana. Pág. 141
Luego hay otro aspecto de mi hija,
que es cuando quiere que la dejemos en paz, sin molestarla, entonces pone cara
seria e incluso de malhumor. A veces se va a cuatro patas al dormitorio e
intenta cerrar la puerta o busca algún sitio donde cree que nadie puede verla.
Yo no la pierdo de vista desde lejos, pero la dejo tranquila para que haga lo
que quiera.
-
Hola, monjita –le digo cuando sale gateando de su celda
para ponerse a jugar otra vez, lista a enfrentarse al mundo. Pág. 205
Así termina la mayoría de los
intentos de discutir algo, en la cama, aunque no se pueda decir que con eso
arreglemos nada. De una u otra forma, nunca es preciso retomar después la
discusión. El contacto físico puede tapar cualquier cosa y el problema se
resuelve por sí solo, como la niebla escarlata sobre las colinas después de la
primera misa del día. Pág. 255
-
¿Cómo se sabe si una mujer te quiere?
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Es difícil encontrar respuestas adecuadas para
cualquier cosa del amor –dice el sacerdote, que empuja la muñequita hacia la
niña.
-
¿Y si una mujer dice que le da miedo que no vuelvas
cuando sales de compras?
-
Entonces es posible que le apetezca estar sola.
-
Pero si una mujer está siempre distraída, ¿significa
eso que no está enamorada?
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Puede significar eso, pero también que sí está
enamorada.
-
Pero ¿si una mujer te dice que no debes enamorarte de
ella?
-
Puede significar que ama. Recuerdo ahora mismo una
vieja película italiana que te gustaría ver, trata precisamente de esas
cuestiones. Cierto que el director no confía demasiado en los diálogos para
explicar los sentimientos.
-
Pero ¿y si dice que no está preparada para una
relación? –mi hija me da la muñeca, quiere que le quite el vestido de punto.
-
Eso puede significar que está dispuesta pero no sabe si
tú lo estás y tiene miedo a que la rechaces.
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Pero ¿si dice que quiere marcharse para estar sola?
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Puede significar que quiere que vayas tú con ella –el
sacerdote se ha levantado y se pone a buscar algo en las estanterías-. Existe
el amor razonable, como dice un poema –continúa desde el otro extremo de la
habitación-, pero no la pasión razonable. Si la vida se viviera únicamente de
modo razonable, nos perderíamos la pasión, como dice en algún otro sitio
–continúa, y sé que no está citando la Biblia.
Mi hija quiere que vuelva a
ponerle el vestido de punto a su muñequita. Lo que más cuesta es meter los
brazos por las mangas.
-
Bueno –dice finalmente, se incorpora, se dirige hacia
mí y me da la cinta-. Podrías aprender mucho sobre la vida sentimental de las
mujeres viendo cine de Antonioni. ¿Tienes vídeo? Págs. 257, 258.