LA CRUZ SOLAR
LA CRUZ SOLAR
ÓTTAR MARTIN
NORDFJÖRD
(Traducción Enrique
Bernárdez)
Duomo Ediciones,
Barcelona, 2011
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La piedra esquinera iba a ser colocada en el templo, de
ahí que los hombres llevaran todas sus armas y las mujeres estuvieran ataviadas
con faldas y corpiños de mil colores, y prendedores ricamente adornados con
perlas. Por esa misma razón Ketill Hængur se encontraba en el prado de la granja, enfrente de su casa, con el
yelmo en la cabeza, la espada en su vaina sujeta al cinturón, el hacha en una
mano y el escudo en la otra. El escudo era de madera, redondo, y del centro
surgían cuatro rayas que había tallado el propio Ketill de modo que a ojos de
sus enemigos pareciera una Cruz Solar de poderes mágicos. Aquel antiquísimo
símbolo recogía el viaje del sol por el cielo raso desde el mes de thorri hasta
el de mörsugur, y había protegido a Ketill desde sus años mozos. Por eso, desde
muy joven empezó a dibujar mapas del recorrido del sol con distintos signos y
números, y era quien mejor sabía que los días no tardarían en alargarse más que
las noches, que Skínfaxi vencería a Hrímfaxi y la luz del sol devoraría las
tinieblas de la noche. Pág. 10
Todos los umbrales,
antes de avanzar,
deben observarse,
deben vigilarse,
pues nunca se sabe
qué enemigos
se sientan en los bancos.
Hávamal, primera estrofa
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Se detuvo ante la primera vitrina, que contenía la
famosa estatuilla de Thor, del siglo X-. Esta figurita representa a Thor, el
dios del trueno, que tiene en las manos su martillo Mjöllnir. El aspecto del
martillo recuerda mucho a la llamada cruz Ankh, que usaban los faraones
egipcios y que podría indicar que una idea nacida muy lejos de aquí, al sur,
consiguió llegar hasta nuestra pequeña Islandia. Pág. 17
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La época vikinga comenzó el año 793, con el primer
saqueo de un convento en la costa oriental de Escocia; porque los vikingos
atacaban, sobre todo, iglesias y conventos, pues sabían que allí es donde
podían encontrar los mejores tesoros. Para vengarse, los clérigos los
describieron como salvajes estúpidos, y ésa es la imagen de ellos que ha
perdurado, por desgracia, hasta hoy en día. Pero la verdad es que los vikingos
fueron los marinos más hábiles de su época y sabían muchísimas cosas de
astronomía, matemáticas, artes de la guerra, talla artística… de todo lo que puedas
imaginar. Fueron una auténtica potencia mundial. Pág. 18
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El nueve era un número sagrado para los vikingos.
Tenían nueve virtudes, los sacrificios se realizaban cada nueve años y en una
famosa descripción de un sacrificio humano se sacrificaron nueve hombres en
honor a Odín. Pág. 58
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En el norte de Europa, los días llevan nombres que
corresponden a los antiguos dioses –respondió Embla-, y lo mismo sucedía en
Islandia hasta que se cambiaron los nombres de los días de la semana para
adaptarse a los nuevos tiempos. –Embla no explicó que el obispo Jón Ögmundarson
consideraba blasfemo llamar a los días de la semana en Islandia con los nombres
de los dioses paganos, y no cejó hasta que consiguió cambiar los nombres-. Aún
se puede ver en lenguas como el danés: Tirsdag, el martes, es el día del dios
Týr; Torsdag, jueves, es el de Thor; Fredag, el del dios Freyr y Onsdag, el
miércoles, que nosotros llamamos “centro de la semana”, era el dios de Odín.
Pág. 63
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Entonces vio lo que Sæmundur le indicaba. A gran distancia
se vislumbraba Godasteinn, el pico principal del glaciar Eyjafjallajökull y de
toda la región de Sudurland: el punto sudoriental del anillo que Ketill Hængur
había trazado en el territorio-. La piedra de Odín –exclamó Tobias, sin apartar
los ojos de aquella espléndida montaña que parecía flotar sobre la tierra, a
causa de la bruma que ocultaba las laderas. Aquel día, la visión era
espléndida, con el sol brillando en lo alto y el cielo claro como un mar sin
olas. Pág. 69
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Nuestros propios espíritus protectores de Islandia no
son más que una nueva versión de esos elementos. –Señaló el escudo nacional-.
El buitre representa el aire, el toro simboliza el agua, el dragón es el fuego
y el gigante de las montañas representa la tierra. Pág. 157
El espíritu sabe
qué hay junto al corazón,
solo está con su amor;
no hay peor mal
para el hombre sabio
que no estar a gusto consigo mismo.
Hávamal, estrofa 95