GÖSTA BERLING SAGA







GÖSTA BERLING SAGA
SELMA LAGERLÖF
(Traducción Rodolfo J. Slaby)
Editorial Cervantes, Barcelona, 1955


En las tinieblas de los bosques moran bestias abominables, con fauces armadas de dientes o picos relucientes, garras afiladas que ansían hundirse en la carne y en la sangre y ojos en los que brilla el deseo de matar. Allí se refugian los lobos que aparecen al cerrar la noche para perseguir los trineos de los campesinos, y a los que la madre les arroja el niño que lleva en el regazo para salvar su vida y la de su marido.
Allí vive el lince que el pueblo llama göpart, porque es peligroso pronunciar su verdadero nombre.
Aquel que de día pronuncie su nombre, por la noche debe observar si las puertas y los postigos del establo están bien cerradas, porque de lo contrario recibirá su visita. El göpart trepa por las altas paredes, pues sus garras son fuertes como púas de acero, se desliza a través del más estrecho corredor, se lanza sobre las ovejas, se agarra a su garganta chupa la sangre de las venas del cuello y mata y destruye hasta que la última oveja queda inerte. No se detiene en su salvaje danza macabra entre los aterrorizados animales mientras queda uno solo con vida.
Y a la mañana siguiente, el aldeano encuentra degolladas todas sus ovejas y carneros, y ve con horror que por donde pase la furia del gopärt, no queda nada con vida.
Allí vive el mochuelo que lanza su grito al anochecer. Si alguien contesta, desciende volando con estrépito, abiertas sus anchas alas, y saca los ojos al que tal hizo. Este mochuelo no es un verdadero pájaro, sino un espíritu maldito.
Y allí habita el más terrible de todos, el oso, cuya fuerza es como la de doce hombres juntos y que cuando se transforma en un hombre-oso sólo puede ser muerto con una bala de plata. ¿Hay algún animal tan terrible y mágico? ¿Qué terribles y ocultas fuerzas le hacen tan duro, que el plomo ordinario no tiene poder alguno sobre él? ¿No hay razón para que los niños permanezcan en vela muchas horas y se asusten al pensar en este terrible animal, al que protegen las fuerzas infernales?
Y si el hombre se viera alguna vez acometido por el oso, grande y alto como un legendario héroe guerrero, entonces no debe correr ni defenderse, sino arrojarse a tierra y hacerse el muerto. Son muchos los niños que han soñado hallarse tendidos en tierra, teniendo el oso encima. Con la pata les hacía dar vueltas y en su cara sentían su espantoso y cálido aliento; pero ellos permanecían inmóviles, hasta que el animal se iba a cavar un agujero donde albergarse. Entonces se levantaban y huían, primero despacito, luego, casi sin poder respirar, en desenfrenada carrera.
¡Pero pensad, pensad un momento si el oso los encontrara cuando no estuvieran realmente muertos, si tratase de morderlos, cuando tuviese hambre, o si viera que se movían o corriera tras ellos! ¡Ay, Dios mío!
El terror es una bruja que se halla en la obscuridad del bosque y que llena el oído del hombre de canciones encantadas y su corazón de terribles pensamientos. Todo el mundo conoce el terror que paraliza los miembros, que llena la vida de angustia y entenebrece las risueñas comarcas. La naturaleza es mala y cruel, traidora como una serpiente adormecida. En nada se la puede creer. Allí está en lago Leuven con su resplandeciente hermosura; pero no te fíes de él; está al acecho de tu vida… Allí está el bosque invitando a la paz; no te fíes de él. El bosque está poblado de animales feroces, poseídos por las almas de las brujas malas y de bandoleros asesinos. No te fíes del arroyuelo que murmura alegremente: trae la enfermedad y la muerte si te bañas en él después de la puesta de sol. No te fíes del cuco que tan alegremente canta en primavera; pasado el verano se transforma en el azor de feroces ojos y terribles garras.
No te fíes del musgo ni de las hierbas de la montaña. La naturaleza es mala; está poseída por potencias terribles que odian a la humanidad. No hay punto donde puedas sentar el pie con seguridad. Es inconcebible que la débil raza humana pueda salvarse de todas estas persecuciones.
El terror es una bruja que habita en las profundidades de los bosques de Vërmland y canta su canción encantada y ensombrece la hermosura de las risueñas comarcas. Su poder ha sido grande, eso bien lo sé yo, yo que he sentido su férrea mano sobre mi corazón.
Pero nadie crea que quiero contar ahora algo terrible y horripilante.

Es sencillamente una vieja historia del oso de las montañas de Gurlita lo que voy a narrar aquí, y cada cual puede creerla o no, como sucede con todas las historias de caza. Págs. 104-106. 

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