Poesía sueca X




Ante la hora de la gran humillación
también quisiera agradecer,
la hora en la que uno se ve desnudo
y sin vestigio de orgullo que enturbie,
se deja acomodar como una mota de polvo en el destello de mundos maravillosos;
maravilloso todo, maravillosa la salud y la vida,
maravillosa la bóveda celeste, el pan y el agua,
y más que nada, maravilloso el favor inmerecido de la confianza eternamente establecida de un ser humano.

KARIN BOYE

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