«Escandinavia» de Miguel Gómez Losada: La Transparencia



Miguel Gómez Losada dice que no se considera artista, que él es pintor, que la otra “etiqueta” deben ponerla los demás. Pues la pondremos.
Para él la pintura es una especie de danza con las manos, donde el pincel va dejando su huella, y esa huella, es la que habla de uno mismo.
Dice que su pintura es su guía, su estrella polar. Y que no sabe lo que es la inspiración, al menos no entendida como un rayo divino. El mundo le roza y él necesita pintar, simplemente.
Dice también, que la pintura no le debe nada a la palabra, que no se cuenta, ni se explica, ni se referencia… Pero yo sé que por esta vez, va a perdonarme que traiga palabras y versos a nuestro viaje.




Sabe que la pintura no es un arte de masas, sino que habla bajito, que siempre ha sido así y así debe seguir, para que sólo la escuchemos los amantes de la voz baja.
Por eso, este año presentó ESCANDINAVIA, una muestra llena de eternidad y de atemporalidad, de quietud y de silencio… El paso del tiempo como festejo de la vida; el campo como válvula de escape del ritmo urbano. Su obra huye de las fechas, del presente, es un clima, una atmósfera, una evocación… de un “tiempo grande” como a él le gusta llamarlo.

A Gómez Losada no le interesa deconstruir, ni romper los ejes o las leyes de la pintura, no le interesa el arte del camuflaje sino que intenta entregarnos una obra lo más diáfana posible. Y lo consigue.
Para ello, se adiestra en el saber “parar de pintar”. Que el estilo lo vaya dando un halo, un sudor… Que el trazo muestre una seguridad, una limpieza, como un vuelo de pájaro.

Es de los que creen (como la que escribe) que el artista y el poeta tienen derecho a soñar, a completar paisajes y países con la imaginación y la fantasía, y nos ha entregado su Escandinavia (que es también la mía), llena de solemnidad y de espiritualidad.

Es curioso, la atracción que ambos sentimos hacia la nieve y el frío cuando en realidad, la creación nos exige tener dentro un volcán como poetas y artistas.

“Cada palabra tiene consecuencias. 
Cada silencio, también” 
Jean Paul Sartre




La transparencia existe por sí misma.
Para ser, no requiere
un medio corporal. Es inestable
como todo lo bello y va posando
las alas de su gracia cristalina
en la materia, o situación, o hálito
que eligió de antemano, libremente.

¡Muchachas transparentes
saliendo de lo espeso de la tarde!
¡Celajes, opalinas
suavidades sobre la carne intacta![1]




La transparencia, acaso
sea la perfección, el orden último
de toda cosa trascendida: hechos,
deseos, intenciones,
miradas o contactos, que pasaron
por un crisol, a fuego
de intensidad o tiempo, y que dejaron
en él sus impurezas. La inocencia
primera es transparente.
También es transparente lo olvidado.

¡Instante que deslinda
todo cambio de estado o de sentido;
tal vez sólo de forma!
¡Indefinido espacio
en que la niebla empieza a no ser nada![2]




Como el cautivo que escucha desde su celda el paso de los trenes,
como quien busca cada noche empecinadamente algún rastro
perdido que no conduce a ningún sitio,
como el que se pasa media vida intentando atravesar la frontera
entre dos zonas igualmente prohibidas,
como el acróbata que piensa en sus últimos descalabros mientras
se esfuerza por mantener el equilibrio,
como el navegante que altera deliberadamente el rumbo
para poder naufragar sin temor a equivocarse,
así pretendo ahora ordenar los olvidos, elegir únicamente aquellos
que no afecten apenas a los turbios litigios del pasado.

La transparencia, Dios, la transparencia[3]



© MAR HORTELANO
Diciembre, 2019.


[1] Extracto del poema de Rafael Guillén (Granada, 1933) “Cuando la niebla empieza a no ser nada”.
[2] Continuación del mismo poema.
[3] Poema de José Manuel Caballero Bonald (Cádiz, 1926) “La transparencia”. 





Escandinavia sigue la poética de «Detrás de la montaña» (2007) y de «Una historia rusa» (2014), donde el norte es tratado como fantasía espiritual, y la pintura, la manera de darla para la vista; también de «Desde aquí se ven los delfines» (2018), para llegar a «Romanza» (2018), una ficción romántica que pudo verse en el CAC Málaga. Desde el sur, Escandinavia es pintura que teatraliza la lejanía, sería un punto extremo del mundo, donde se unen lo que se espera y lo que se recuerda. Escandinavia es pintura del otro lado hecha desde éste, entendida esta distancia como la prolongación amorosa de los días. Se trata de pintar "el tiempo grande", su presentimiento.

Escribía José Antonio Montano: «Entre los cuadros de su exposición Romanza, Gómez Losada trataba de describir su trabajo: "Yo no quiero ocuparme del tiempo chico, el tiempo de la información, el que se pierde todos los días, el que mañana no significa nada, sino del tiempo grande. Quiero que mis cuadros se puedan ver mañana, que no estén lastrados por ningún elemento caduco. Que sean esenciales, que contengan lejanía...". Me parece un modo ejemplar de ser un artista contemporáneo: estar en la punta del tiempo, pero elaborando un tiempo limpio, fijado en la obra. He visto evolucionar a Gómez Losada, desde que nos conocimos a principios de los noventa, y se me ocurre que ha tenido un crecimiento vegetal, orgánico: hay continuidad en su arte, en el que no detecto rupturas sino ganancias, en depuración, en vitalidad, en libertad, en riesgo, en soltura, en ahondamiento, en ligereza. La continuidad ha sido también física: en su esfuerzo y en su dedicación. Aunque suene a tópico (y eso que son escasísimos los casos), ha seguido su camino sin concesiones, de acuerdo con su llamada íntima; en comunicación con el mundo, pero sin dejarse manosear por el mundo. Siendo un perfecto conocedor del arte contemporáneo, el español y el de fuera, él era consciente plenamente de la osadía de lo que estaba haciendo. Una osadía no estrepitosa, sino sutil».


EL INFINITO 

Siempre caro me fue este yermo collado 

y este seto que priva a la mirada
de tanto espacio del último horizonte.
Mas sentado, contemplando, imagino
más allá de él espacios sin fin,
y sobrehumanos silencios, y una quietud hondísima.
Tanta que casi el corazón se espanta.
Y como oigo expirar el viento en la espesura
voy comparando ese infinito silencio
con esta voz: y pienso en lo eterno,
y en las estaciones muertas, y en la presente viva,
y en su música. Así que en esta
inmensidad se anega el pensamiento:
y naufragar en este mar me es dulce.

Giacomo Leopardi (Italia, 1798-1837)

(Tr. Antonio Colinas)



Cansado, cansado,

duerme, duerme, pájaro de pastizal,
acuéstate sobre la tierra blanca.

Canción de cuna, Finlandia.



TODA LA INFORMACIÓN Y EL BELLÍSIMO CATÁLOGO EN EL ENLACE:



Entradas populares de este blog

SELMA LAGERLÖF poemas

ISAK DINESEN

CUENTOS DE ESCALDO: de Borges a Vikings